Al mismo tiempo, al barbero le está estrictamente prohibido afeitar a cualquier persona del pueblo que tenga el hábito de afeitarse a ella misma. Obviamente, el barbero del pueblo está en un dilema: si no tiene el hábito de afeitarse él mismo, estará obligado a hacerlo; pero si tiene el hábito de afeitarse a sí mismo, le estará estrictamente prohibido.
¿Cuál es la contradicción exacta a la que se enfrenta el barbero?
¿Qué propuesta le harías al barbero para dar solución a esta situación?
Puedes inspirarte viendo esta escena de la película El Gran Dictador de Charles Chaplin que, si no has visto todavía, ya estás tardando:
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